ANTECEDENTES DE LA GALANDORA DEL PREMIO EDELSTAM 2020: OSVALINDA MARCELINO ALVES PEREIRA
Osvalinda Marcelino Alves Pereira nació el 3 de junio, 1968, y vive en el estado de Pará, Brasil. En los últimos 19 años, Osvalinda Alves Pereira esta viviendo en la municipalidad de Trairão.
En 1998, el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria, INCRA, implementaron el Proyecto de Asentamiento de Areia en Pará y de tal forma ofrecieron lotes para aproximadamente 300 familias necesitadas. Osvalinda Alves Pereira y su esposo Daniel Alves Pereira fueron uno de ellos. Han utilizado su lote para cultivar agricultura orgánica y artesanía.
Según un informe interno gubernamental y testimonios recopilados por Human Rights Watch, en los últimos años, gradualmente los criadores locales de ganado y gente controlando grandes extensiones de terrenos, denominados fazendeiros, involucrando en las explotaciones forestales ilegales, han asumido el control de la gran parte del asentimiento de Areia.
En 2011, Osvalinda Alves Pereira fundó la Asociación de Mujeres de Areia II, en el proyecto de asentamiento donde ella reside con su esposo, Daniel Pereira. Ellos consiguieron el apoyo de una organización medioambiental no gubernamental de desarrollar practicas de agricultura orgánica sostenible y de activamente trabajar para la reforestación de las zonas afectadas por las explotaciones forestales. El Proyecto de Asentamiento esta ubicado geográficamente como una puerta a las tres unidades mas grandes de conservación: El Bosque Nacional de Trairao, la Reserva Extravitista de Riozinho de Afrisio y el Parque Nacional de Jamanxim, que son zonas de gran interés para los explotadores ilegales. Hoy en día Pará es el estado con los números mas grandes de conflictos sobre tierra y recursos.
Para Sra. Periera, todo empezó cuando ella fundó la asociación de mujeres en la zona de asentimiento agraria donde ella vive con su esposo, Daniel Pereira. Pero las personas participando en explotaciones ilegales desconfiaron sus esfuerzos, preguntando a los miembros de la asociación si los agentes medioambientales han sido involucrados, diciéndoles de parar por completo. Cuando ellos no lo hicieron, los explotadores ilegales empezaron de amenazarlos.
Una situación alarmante ocurrió en 2012. Osvalinda Alves Pereira estaba en el hospital en la ciudad de Santarém cuando dos mujeres desconocidas de repente le comentaron informalmente que había un precio de las cabezas de dos de sus vecinos. El día cuando su esposo le llevo de vuelta a su casa del hospital, la pareja encontró un grupo de aproximadamente 12 extractores ilegales, así como un grupo de hombres armados, esperándolos fuera de su casa. Los explotadores ofrecieron dinero a los Alves Pereira para firmar una carta de la parte de la Asociación de las Mujeres de Areia II, pidiendo a las agencias federales de Brasil, el Instituto de Medioambiente y Recursos Naturales Renovables de Brasil (IBAMA) y el Instituto Chico Mendes de Conservación de Biodiversidad (ICMBio), de no realizar operaciones o actividades en Areia.
Cuando la pareja negó, uno de los explotadores les dijo: “Vais a morir como Dorothy”, refiriéndose a Dorothy Stang, una monja americana asesinada en Pará, en 2005.
En otra ocasión cuando estaban en la ciudad de Trairão, un grupo de explotadores se acercaron al esposo de Osvalinda Alves Pereira y al otro agricultor de Areia que participó en el trabajo de la asociación. Los explotadores llevaron a los dos hombres a una casa y en el patio, ubicado solo 20 metros de la estación de policía, entre 15 y 20 hombres armados les estaban esperando. Los explotadores acusaron a los dos agricultores de haber prestado información a IBAMA sobre las explotaciones ilegales y dijeron que los iban a pagar para que paren, de lo contrario los mataran. Sin embargo y en definitiva, dejaron al esposo de Osvalinda de irse como el tenia que buscar a Osvalinda a la estación de autobús cuando ella llegaba de la ciudad de Santarém. Mientras tanto, obligaron al otro agricultor de quedarse en la casa. Cuando los Alves Periera volvieron, Osvalinda les avisó que ya había denunciado sus amenazas a las autoridades: “Si muero ahora, todo el mundo sabrá que haya sido vosotros”. Finalmente, después cinco horas, los explotadores los dejaron a todos de irse.
Estas amenazas son comunes, no solo para los Alves Pereira pero incluso para otros defensores de la selva Amazónica. En otras ocasiones, hombres armados han circulado la casa de los Alves Periera en moto, aun cuando la Asociación de Mujeres tenían reuniones en la casa. Las amenazas han sido relativamente constantes durante aproximadamente una década.
Una mañana en mayo 2018, cuando Osvalinda Alves Pereira y su esposo se levantaron, entendían que alguien había entrado a su patio trasero durante la noche. Alguien había amontonado dos montículos de tierra para simular dos tumbas y cuidosamente las había adornado con cruces.
Ese acontecimiento horrible, provocó a Osvalinda Alves Pereira y su esposo de huirse. Durante 20 meses, recibían protección abajo del Programa Federal de Proteger los Defensores de los Derechos Humanos, Periodistas, y Medioambientalistas. Sin embargo, Osvalinda Alves Pereira, mantuvo un estrecho contacto con la Asociación de las Mujeres.
La pareja Alves Pereira han ahora vuelto a su casa en Pará y las autoridades del estado de Pará, se han comprometido de ofreceros protección policial siempre y cuando construyen una habitación adicional para acomodar la policía. Osvalinda Alves Pereira esta determinada de seguir su trabajo para proteger y defender la selva.
La selva Amazónica esta reconocida como un repositorio de servicios ecológicos no solamente para las comunidades indígenas y otras comunidades locales sino también para el resto del mundo. Desde 2013, la tasa anual de la deforestación ha mostrado una creciente tendencia. Los pequeños agricultores han mostrado un gran potencial en estabilizar el uso de la tierra en el aspecto agrícola, de pasto y de la selva natural, según los pequeños agricultores de Campos y Nepstad, los conservacionistas de Amazonas.
La deforestación ilegal en las Amazonas es un negocio de miles millones de dólares que implica explotación ilegal, deforestación ilegal y ocupación ilegal del terreno publico. El Instituto Socio ambiental, una ONG medioambiental brasilera, estiman que los explotadores ilegales que están en Areia, explotaron ilegalmente 23,000 metros cúbicos de tala de madera solamente en 2017, en la Reserva Extravitista de Riozinho de Afrisio , valorado en 208 millones reales (US$63 millones en aquel momento).
Según la organización la Comisión Pastoral de la Tierra, ha habido más que 230 casos de ataques mortales que han provocado más de 300 victimas, en el contexto de conflictos sobre el uso de la tierra y recursos en las Amazonas. Estos han sido registrados durante la última década en la región Amazónica, de las cuales solamente nueve casos han sido llevados a juicio. En Pará, el estado con los números más altos de asesinatos, solo cuatro casos de los 89 casos han sido llevados a la justicia entre 2009 y 2019. Los asesinos que forman parte de grupos criminales organizados, aterrorizan y toman represalias contra personas y comunidades que se oponen a ellos. Esto ocurre en situaciones donde la indiferencia de las autoridades no logra de proteger los indefensos ciudadanos comunes. El Human Rights Watch ha documentado los asesinos de 20 defensores del bosque en la Amazonas y han encontrado que al menos 19 de estos ataques han sido precedidos por amenazas contra las victimas de sus comunidades.
En el reporte de “La Mafia de la Selva”, el Human Rights Watch indican: “Lo que la administración de Bolsonaro no ha hecho es de comunicar un plan para abordar el problema subyacente que impulsa la deforestación: la capacidad de las redes criminales de actuar con casi impunidad en las Amazonas, amenazando y atacando a los defensores de la selva que intentan de pararos. Mientras que la violencia sigue descontrolada, así como la destrucción de la selva, la preservación de la cual es fundamental para el esfuerzo de Brasil en reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y el esfuerzo del mundo a mitigar el calentamiento global.
El reporte además establece que: “Los lideres comunitarios en dos regiones de Pará han mencionado a Human Rights Watch que solían ver los camiones solamente por las noches quitando las talas de madera ilegalmente explotados de la selva, pero desde la elección de Bolsonaro, los camiones pasan sin precedentes en gran cantidad y también en pleno día.
Según los oficiales medioambientales y los residentes locales, las palabras y las acciones del presidente Bolsonaro han efectivamente dado luz verde a las redes criminales involucrado en las explotaciones ilegales. De esta manera, el expone tanto a las Amazonas como a las personas que residen allí, al mayor riesgo- y esta debilitando a la capacidad de Brasil de mantener su compromiso de reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y de ayudar a mitigar el calentamiento global.
Los derechos humanos están en peligro en la región Amazónica. Las victimas incluyen las personas indígenas, residentes forestales, y los agentes medioambientales que trabajan para proteger la selva i.e. los pulmones de nuestra tierra.
Para más información, por favor contacta:
Caroline Edelstam, cofundadora y presidenta de la Fundación Harald Edelstam
Tel: +46 (0)706 98 72 23, correo electrónico: caroline.edelstam@edelstamprize.org
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